martes, 10 de marzo de 2020

El miedo y el Amo adecuado

Os comparto aquí una maravilla de texto escrito por M. Este texto me lo envió el, y en cuanto terminé de leerlo dije "esto hay que compartirlo". Asique le pedí permiso y aquí lo tenéis para vosotros, especialmente para aquellos que tenéis miedos, para aquellos que estáis encadenados, pero no con esas cadenas de metal que liberan, sino las del miedo que oprimen. 


Dicen que la experiencia es un grado, y que de todo se aprende. A mí me ha costado más de 20 años entender, o al menos empezar a hacerlo, el mecanismo mental que rige y controla los sentimientos que rodean a la experiencia compleja del BDSM.  Supongo, ahora lo sé, que es habitual que muchos de los que nos sentimos atraídos por este tipo de prácticas tengamos que lidiar a menudo con sentimientos de culpa, miedo, vergüenza… Nos convertimos en censores de nosotros mismos, y el miedo controla por completo tus pensamientos impidiendo disfrutar lo que sientes. Y lo que el tiempo te enseña es que uno es lo que es, no lo elige, no se cambia; se acepta, se vive, y cuando entiendes eso y lo interiorizas, se disfruta.

Cuántas veces había dicho, “hasta aquí, se acabó; ya lo he probado y ahora me olvido de este rollo”, después de una sesión improvisada de bondage. Sesiones furtivas, a menudo consensuadas a medias, y casi siempre seguidas de una concienzuda ducha para limpiar a pares fluidos y miedos. Y así, con los años, te vas convenciendo de que lo que haces, lo que sientes, no está bien. Lo haces a escondidas porque no está bien. Te puede pasar algo. Te pueden hacer daño. Te van a pillar. No vas a dar la talla. ¿Qué coño te pasa? ¿Cómo has dejado que te pongan en esa situación? Si alguien te viera… 

Uno de los mayores enemigos del BDSM, entre otros, es un mal Amo. Y no me refiero a uno malo en sí mismo, ni a los cientos que circulan por la red impostando el papel; me refiero al que “no-es-para-ti”. Y es que, como en otras muchas relaciones en la vida, no vale cualquiera. Como ocurre en otro tipo de relaciones “convencionales” de pareja, hay química o no la hay. Te “enamoras” de tu Amo, o no lo haces. Es una relación profunda, compleja, que en contra de lo que uno suele pensar está basada en el respeto y la confianza. Y esto tardas en entenderlo porque has estado años y años alimentando la falsa idea de que un Amo debe machacarte sin más, que es superior por naturaleza, y que cuanto peor te trate más digno eres como esclavo o sumiso. Sin embargo no te sientes digno, ni realizado en ningún aspecto más allá del placer sexual pasajero. Y pasa el tiempo y crees que eso es todo lo que vas a tener. 

Un Amo debería de ser, para empezar, alguien en quien confíes. Vas a verte completamente indefenso en sus manos, por lo que debes estar seguro de que estás a salvo. Si no se crea ese vínculo de confianza no puede funcionar. Es lógico y humano que nos cueste crearlo. Nuestro instinto de supervivencia nos protege de forma inconsciente y nos mantiene alerta. No pasa nada, tampoco debemos forzar nada. Cuando llega el momento ocurre de forma natural, lo sabes, porque dejas de luchar con mil ideas negativas y eres capaz de respirar hondo y abandonarte a lo inevitable. 

Cuando llega el Amo correcto ni siquiera te das cuenta. Durante cerca de tres años hablé con Él, fantaseé con la idea de ponerme a sus pies, y a punto estuve de hacerlo muchas veces, demasiadas. Suficientes como para que me hubiera dejado por imposible. Pero el miedo es libre, y los años han llenado tu cabeza de malas experiencias, inseguridades y complejos. Crees que tienes que hacer un papel, y no estás seguro de saber hacerlo. Tienes miedo de fallar, de fallarte, de tu propia vergüenza, de la culpa, de lo que pasará después de una sesión, cuando te hayas corrido y vuelvas a la realidad. Así tres largos años de tira y afloja. Hasta que llegó el momento. Se lo debía, me lo debía. La intuición te dice que no debes dejar pasar la oportunidad, y a pesar de que las dudas persisten en tu cabeza, te armas de valor, y vas a por ello.

Y ahí estás. Te imaginas a ti mismo repitiendo una vez más el mismo papelón, aguantando el tirón para satisfacer una voz en tu cabeza que te grita de cuando en cuando y a la que tienes que calmar con dosis de merecido maltrato. Sin embargo, todo empieza diferente, y por primera vez ocurre lo inesperado; puedes estar tranquilo, el Amo es amable, educado, incluso cariñoso. Marca el rumbo, pone las normas, pero de repente todo tiene sentido. El Amo se muestra entonces como un facilitador que sabe apretar las teclas adecuadas para sacar lo mejor de ti, sin sobreactuaciones, sin disfraces, sin teatro; simplemente es como es, igual que tú eres como eres. Cada uno está en el sitio que debe estar, y respeta el sitio del otro. Te hace daño, y tiene sentido. Te acaricia, y tiene sentido. No tienes por qué sentirte degradado, ni avergonzarte de lo que eres, porque lo eres, y Él lo aprecia, lo valora, y lo respeta. 

Cuando llegas a ese punto todo cambia radicalmente. Puedes ver mentalmente como empiezan a caer muros, como te apetece ir más allá, como te entregas sin condiciones y disfrutas cada segundo. Cuando el Amo es el correcto, no hay miedo ni vergüenza. Eres libre, te relajas, te dejas llevar. Eres suyo, has perdido el control, y lejos de asustarte entiendes que has encontrado tu lugar, que por primera vez estás donde debes y con quien debes. El Amo te protege, te cuida, te enseña. Juega contigo, te castiga, te premia, pero confías tanto y estás tan cómodo en ese ambiente que ha creado para ti que sabes que no va a ocurrir nada que no deba ocurrir. 

Es normal tener miedo. No pasa nada. El miedo en su justa medida es una forma de controlar nuestros impulsos más irracionales; pero llevado al extremo te limita, te frena, no te deja ser quien eres o como eres. Lo que hay que saber es cuando tenerlo, y como vencerlo. No es fácil, uno no debe avergonzarse de tenerlo, como tampoco debe avergonzarse de lo que es. Porque te sientes sumiso, lo eres, pero es lógico y natural que no desees serlo con cualquiera. Es normal que no funcione con el primero que llegue. Te equivocas, aprendes, y sigues adelante. Porque cuando aciertas, cuando conoces al Amo adecuado, todo ha merecido la pena, y la recompensa es tu propia libertad. 

No importa el tiempo que pase, no importa cuántas veces te hayas equivocado. Entiendo el miedo, lo he sentido. Entiendo la vergüenza, la he vivido. Pero hay otra forma de entender el BDSM, de vivirlo con naturalidad, de disfrutar y aprender de todo lo que puede ofrecerte. No tienes que renunciar a nada, no es algo ajeno a ti; forma parte de lo que eres y quien eres, y está bien como está. Eso le da sentido a todo. 

Estoy solo en el principio de un camino que espero y confío sea largo. Tengo mucho que aprender, mucho que sentir, mucho que ofrecer. La clave, encontrar la persona adecuada. No dejéis de buscarla, no os rindáis. Tampoco os conforméis. Ser sumiso no te convierte en un tarado, ni tienes por qué dejar que te hagan sentir como una mierda. No lo somos. El Amo adecuado será aquel que consiga hacerte más feliz y tranquilo cuanto más entregado a Él estés.  

A sus pies, Señor. 




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4 comentarios:

  1. Buena reflexión. A veces los lastres de la educación que hemos recibido son muy fuerte, y no nos permiten liberarnos para entregarnos, tan fácilmente. De ahí la importancia de encontrar a alguien, de absoluta confianza y empatía, que lo consiga. A veces voy, otras creo llegar, y en cuestión de milésimas de segundos, el miedo, la vergüenza te hacen regular.
    Alejandro

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    1. Efectivamente son barreras que hay que ir derribando, y mejorando personalmente

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  2. Me he sentido tan identificado. El miedo y la vergüenza son términos que se diluyen con el calentón del momento sin embargo vuelven con aún más fuerza cuando el éxtasis morboso de la calentura se apaga. Es muy opresor este sentimiento de culpa que te lleva a reprimir esa parte de tu propia sexualidad. Al final acabas infeliz y amargado por no aceptarte a ti mismo. Por qué la sociedad me castiga por ser un sumiso que entrega obediencia y complacencia a un dominantes a cambio de guía y protección. Se forma completamente libre y consensuada.

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    1. Porque la sociedad es muy pacata. Pero tu tienes que ser libre, para poder entregarte a quien quieras y como quieras.

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