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jueves, 19 de mayo de 2016

Cruising en San Isidro, magia, suciedad y desconocimiento


En Madrid son las fiestas de San Isidro, así que entre trabajo y trabajo, me he tomado mis momentos de diversión. El domingo me dispuse a disfrutar de los fuegos artificiales del Retiro, y porque no ya que estaba allí hacer cruising. Hacia años que yo no iba por allí, y mira que lo tengo cerca. Hace siete años o un poco mas era un asiduo desde los 17 a los 26 años, prácticamente fue el primer sitio de cruising donde fui y donde he ido practicando mis diversas perversiones sexuales, llevado a mis amantes, he disfrutado con mis parejas y donde me han sucedido una gran variedad de anécdotas de toda índole. De echo, aqui os pongo algunas fotos para compartir este rincón con vosotros. 

Aprovechando que el viernes me había comprado ropa militar nueva, pensé "¿y porque no ir con la ropa militar al cruising?" sería incorporar un fetiche al cruising, y me parecía bastante enriquecedor para el ambiente. Así que me enfundé las botas, y con la ropa nueva me fui camino al Retiro. No obstante también llevé una correa y un collar de perro, por lo que pueda pasar. Es curioso pero la sensación de ponerse este tipo de uniforme, y las reacciones de la gente son totalmente diferentes a las del leather. Desde luego para repetir la experiencia, quiero seguir explorandome. 

Conforme voy llegando a la zona de cruising, voy viendo como los homosexuales con los que me topaba, sacaban el pañuelo para limpiarse las babas. Es curioso el efecto hipnótico que producía el traje, que como podéis ver no era un uniforme militar completo, sino pantalones y camiseta de camuflaje y una camisa verde encima. 

Como siempre que he ido al retiro, me puse a meditar. De echo me fascina, es un lugar donde consigo desconectar muy fácilmente de todo. Como yo solía decir, allí estaba mi "iglesia". Es curioso pero alli reconozco cada árbol, cada arbusto, incluso me dió pena porque habían talado un roble en el cual yo solía apoyarme, y que mas de una vez me protegió de la lluvia. Es mirar al cielo, y ver un caleidoscopio de hojas verdes, dejando pasar los rallos del sol. Es ver a los estorninos, mirlos y petirrojos, saltar entre las hierbas y deleitar los oídos con sus trinos. Es ver a los gatos, como feroces cazadores, intentar sus tretas para cazarlos. La zona de cruising ademas es una de las zonas mas salvajes del retiro, y me encantaría que siguiese siendo así, esos laberintos, y esos jardines cuidados lo justo, para que parezcan casi salvajes. ¡Una gozada!

Y en medio de todo eso, hombres caminando por ese laberinto, esperando agacharse y disfrutar.  Un ambiente mucho mas cálido del que uno puede imaginarse. La gente se conocía, se saludaba, se preguntaba por sus vidas, en cierta forma se generaba una cierta camaradería. Incluso si uno estaba siguiendo una presa, los demás le respetaban, eso si para después de haberla cazado lanzarse como buitres. Que habrá sido de todas esas personas que conocí allí. 

Lo cierto, y me da rabia, es que la gente sigue siendo igual de cerda que entonces. Y ojala fuese cerdos en el sentido propio de la palabra, pero la cosa va mas allá. Dejando en las zonas de encuentro, preservativos, papeles, las fundas de plástico de los condones, alguna defecación suelta. Con lo poco que cuesta llevarse cada uno su propia mierda para casa, pero no, somos de usar y tirar. Y así van las relaciones, que son una esfera mas de nuestro comportamiento como humanos. 

Caminando por allí, decidí hacerme unas fotos con el uniforme, asique pedí a los paseantes que me hiciesen algunas fotos. Después había un negrito, que ciertamente me había llamado la atención antes, que lo vi en el grinder, asi que le propuse hacernos fotos juntos. El aceptó, hasta que me dijo que no cuando se enteró de que eran fotos BDSM. Estuvimos intercambiando impresiones sobre el BDSM, los límites, el consenso y aquello ya no le pareció una locura. Pero lo cierto es que no le convencí del tema fotos, una lástima porque me encantaría una sesión de fotos con alguien de color. Me despedí de el, porque los dos somos activos, y el no estaba dispuesto a mamar, asi que, solo quedaba darle un abrazo y desearle lo mejor. Mas adelante un niñatillo en bici, abriría su boca para recorrer con su lengua mis genitales. Lo cierto es que lo hacia bastante bien, pero me tuve que ir porque empezaban los fuegos. 

Era la tercera vez que veía fuegos artificiales unidos al ritmo de la música, y lo cierto, es que eran bastante mejorables. Aun así, disfruté mucho de ellos. Empezaron por un chotís, después por la primavera de Vivaldi, una de Alaska, y fueron poniendo diversas piezas musicales. 

Vuelvo de cruising, y veo a un melenas macho, le sigo y se va con otro. Miro en plan voayeur, ¡me encanta mirar!. Y cuando el otro se va voy a por la presa, un chaval precioso 24 años, barbitas, peludete, y como no canario. Hacemos diversas cosas, nos calentamos, jugamos. Le digo que me encantaría atarle a ese árbol, o atarle y violarle en mi casa. Se excita mas, terminé corriéndome en su cara. Nos limpiamos, y seguimos hablando. Me
comenta que el BDSM le mola pero que a la vez no le gusta.  Me pregunta que si me drogo y follo apelo. Porque todos los Amos que el había visto por la red eran así. Después de ver el tipo de Amo que soy, me propone el mismo una cita en mi casa, y le digo que las reglas las pongo yo. Nos intercambiamos los whasap, y cada uno cogió un camino diferente.

Yo me quedé paseando en el laberinto, meditando y pensando. Disfrutando del aire fresco, y ya el sonido diferente del parque, mucho mas silencioso, y con la música de los animales nocturnos y la hojarasca. La luna se había turnado con el sol para atravesar las ramas de los arboles. En algunas zonas llegaba hasta el suelo e iluminaba la zona. ¿Que mas se podía pedir?.