domingo, 10 de mayo de 2020

Relato de X, primera sesión (1/2)





Este es un relato escrito por X, sobre su primera sesión conmigo. Lo he dividido en dos partes, ahí os envío la primera. Ha escrito un relato por cada sesión que hemos tenido, asique las iré compartiendo con vosotros. Espero que os gusten. 

Día 1: primera sesión.

Dos horas antes de mi primera sesión, deambulaba ya por Madrid intentando ocupar mi cabeza con algo para que el tiempo pasara más rápido. No había ninguna posibilidad de echarme atrás, lo tenía completamente descartado, y una sensación de vértigo constante me provocaba descargas intensas de adrenalina. Nunca llegué a sentir auténtico miedo durante los días y momentos previos al gran momento, porque en realidad ya había aceptado que aquello que tanto había temido y deseado a partes iguales iba a ocurrir. En cierto sentido ya me había rendido, había dejado de pelear con fantasmas y ya estaba a sus pies. Solo había lugar para la expectación, la excitación, la incertidumbre, pero no tenía miedo; nunca se lo he tenido. No a Él. Creo que tuve más miedo de mi mismo, de no estar a la altura de lo esperado, miedo de haber generado una expectativa después de tanto tiempo y defraudar.

Subí la calle hacia su casa con paso lento, caminando casi en círculos, mirando el móvil cada dos segundos… y finalmente llegó el momento. “Ya puedes venir”, escribió. Creo que es difícil ahora describir lo que sentí. Debe ser parecido a estar en la puerta del avión, a punto de saltar en paracaídas. “Allá vamos”, pensé. Tomé aire, respiré con fuerza, y llamé al timbre como movido por un impulso eléctrico, sin pensar, sin darme tiempo a volver a considerarlo por última vez. Con el corazón a mil y casi temblando me acerqué a su puerta, se abrió, y le vi.

Le perteneces desde el primer segundo. Jaime tiene un encanto muy difícil de explicar, casi imposible de describir, porque no tiene nada que ver con lo que hace ni con lo que dice, simplemente lo tiene. No se disfraza de Amo para diseñar una sesión; es un Amo. Es EL Amo. Se sabe con la habilidad y carisma suficientes para crear un mundo diferente del que es dueño absoluto, y la única opción que tienes es dejarte llevar y rendirte a todo ese encanto natural sin perder un solo detalle de todo lo que sucede. Llevaba tanto tiempo queriendo verle, que no podía dejar de mirar de arriba abajo. Vestido con camisa de cuero negro, pantalones negros ajustados, MUY ajustados, y botas. No me había equivocado, claro que no. Era un puto sueño hecho a medida, rodeado además de todo tipo de artilugios de cuero, esposas, látigos, y cadenas. De repente pensé que todo había merecido la pena, y que el universo, o quien sea, me estaba por fin premiando por todos los años de miedos y decepciones. Sentí que estaba donde debía estar, que por fin había llegado al destino, y que a partir de ahí, todo iría bien. Bromeé con el hecho de que seguramente no esperaba que al final fuera a presentarme. Creo que no me equivoqué, seguro que tenía sus dudas, y no le culpo. Seguro que notó también mis nervios, como me temblaba la voz, y lo perdido y asustado que me sentía por no saber como actuar.

Así sentí su primer abrazo, como si quisiera decirme “tranquilo, ya estás en casa”. Habría podido llorar de felicidad en ese preciso instante, arropado, protegido, comprendido, bienvenido. Jaime te abraza, te acaricia, te mima. Estás completamente en sus manos, y aún así no hay un solo momento en que te sientas amenazado. No pasó mucho tiempo hasta verme desnudo delante de Él, completamente rendido ya a lo que quisiera hacer conmigo. “¿Le has dicho que no haga algo?”, pensé. Repasé mentalmente todos los límites de los que alguna vez hubiésemos podido hablar. “No quiero límites”, me decía a mi mismo una y otra vez. Después de todo, se lo debía. 

Durante los primeros minutos viví una sensación de expectación, analizando cada palabra, cada gesto. Seguía sorprendido por su exquisita amabilidad, convencido de que en algún momento me haría pagar por lo que le había hecho esperar. Porque a pesar de sentirme seguro, no dejaba de pensar que en algún momento me castigaría por todos los meses de amagos, promesas, idas y venidas. Lo había aceptado porque me parecía justo que así fuera, y en mi cabeza trataba de aliviarme a mí mismo diciéndome “son dos horas, no va a matarte; sobrevivirás”. Tenía y tengo tal sentimiento de culpa, de deuda reconocida, que habría dado por buena cualquier cosa que ocurriera entre aquellas cuatro paredes.

Sin embargo pasaba el tiempo y Jaime seguía construyendo ese lugar seguro del que no te quieres ir. Incluso después de sujetarme las muñecas en cruz, con un par de muñequeras enganchadas a una cadena, con el cuerpo completamente expuesto, a su merced, seguía transmitiendo la misma sensación de tranquilidad, de seguridad. Él no tiene prisa. Va improvisando, explorando, explorándote como un terreno nuevo que pisa por primera vez y que sabe suyo. “Agárrate siempre a la cadena, no la sueltes. Si en algún momento la sueltas te daré una hostia”. Ahí terminé de entenderlo todo. Así iban a ser las cosas. Él manda, tiene el control, pone las reglas y hace que se cumplan, con la dureza que sea necesaria. Pero no actúa, no enchufa y desenchufa el “modo Amo”. Sigue siendo el mismo tío guapo, encantador, amable y educado todo el tiempo, y no pierde por ello una centésima parte de autoridad, de poder. No necesita disfraces, no tiene que impostar o forzar nada. Sigue abrazándome, balanceando mi cuerpo con el suyo adelante y atrás, generando un movimiento único, acompasado, de confianza plena. Estamos juntos en esto, y todo está bien, todo funciona porque está en su sitio y en su justa medida. 

Llega el momento de explicar palabra de seguridad y código de colores para medir la intensidad de lo que está ocurriendo, y me encuentro en una situación curiosa. No la necesito. O eso pienso. Es lógico que exista, y agradezco su preocupación porque esté cómodo, “si algo te agobia, dímelo”, insiste. Lo único que me agobia es que pase el tiempo, y tener que irme. Aprieta mis pezones con fuerza, y creo que me pone a prueba. “Aguanta, coño”, me digo. No quiero decir “rojo”. No quiero que pare, quiero aguantar y que vea en mi un esclavo con futuro, un sumiso con posibilidades. Quiero que esté a gusto, que disfrute, que me disfrute. Quiero serle útil. “Aguanta, joder”, mientras aprieto los dientes y cierro los ojos. No recuerdo si llegué a decir en voz alta algún color o no. En todo caso, mi cerebro gritaba a voz en grito “¡verde!”. Endorfinas al poder, supongo. Y cada vez más ideas recorriendo mi mente a toda velocidad. Entre ellas, la necesidad de que me diese una hostia a mano abierta en la cara. ¿Por qué? Ni idea. 

Sentir su cuerpo cerca, su cara, su cabeza, su olor… Me enganché inmediatamente a su olor. Tiene personalidad, no podía ser de otra manera. Tenía tantas ganas de besarle, de lamer cada centímetro de su boca, de su cuerpo en general, y ni siquiera sabía a esas alturas si podría hacerlo. Y sí, vaya si pude. Empezó a comerme la boca, y aquello fue calentándome cada vez más hasta empezar a desear cada vez más cosas. Seguía deseando que me pegara, me escupiera, que terminase de una vez de someterme de todas las formas posibles y me agarrase con fuerza para dejarme bien claro que ya nunca más habría vuelta atrás. Estaba tan excitado, tan feliz, que en un par de ocasiones conseguí por fin decírselo en voz alta; “Ahora mismo no le diría que no a nada”. Seguía besándole, lamiendo sus labios, dejando los míos muertos para que Él los mordiera, lamiendo su cuello, oliéndole, disfrutando también el olor de su ropa. Le olía y lamía como un perro, como su perro. Quería mostrarle mi nivel máximo de sumisión y entrega, dando también las gracias por cada milímetro de piel que me dejaba recorrer con mi lengua.



___________________________________________________________________
SUSCRIBETE AHORA y cada nueva artículo llegará a tu email

No te olvides de compartir el post! Si te ha sido útil o simplemente te ha gustado, compártelo con en tus redes sociales! Para ello puedes pulsar en los botones que hay mas abajo. Aviso legal, propiedad intelectual, política de protección de datos personales, normas para las sesiones y talleres

11 comentarios:

  1. Con ganas de leer la segunda parte, y de tener una experiencia con Jaime

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estate atento al blog, porque pronto saldrá esa segunda parte

      Eliminar
  2. Excelente primera parte del relato, me encanto, ya quiero saber que mas le hiciste.

    ResponderEliminar
  3. Es tremendo como escribir y releer sobre este tipo de experiencias puede llegar a transportarte a lo que sentiste y viviste en un momento determinado. Un ejercicio muy recomendable :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Y es por eso que siempre recomiendo que se escriba sobre la sesión que se ha tenido. Uno se transporta, comunica y aprende. Gracias por escribir y compartir esta sesión con todos.

      Eliminar
  4. Muy bien narrada esa mezcla de expectacion, angustia y deseo que se siente antes de una primera experiencia con un Amo.

    ResponderEliminar
  5. Excelente narración de la primera vez. Perfecta descripción de emociones entremezcladas, las cuales se sienten al querer vivir la experiencia. Es de destacar el sentimiento de miedo ante el deseo irrefrenable de querer entregarse al amo. Me ha gustado mucho y seguro que la segunda parte será tan exquisita como esta primera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, si todas las partes han sido estupendas, incluso las que no hemos narrado. No voy hacer spoler, pero X es alquien que..., venga va no voy hacer spoiler.

      Eliminar
  6. Excelente narración de la primera vez. Se describe perfectamente esa sensación de emoción y miedo que surge hacia lo desconocido, pero con un deseo irrefrenable de querer vivir la experiencia.

    ResponderEliminar

Gracias por tus comentarios. Son ladrillos que ayudan a construir el blog y me animan a seguir haciéndolo mas grande. Tus comentarios alimentan el blog.