Os traigo una película, que vi casi por casualidad, una película de esas que no se olvidan. Con una fotografía, trama y elaboración magistrales. Se llama la doncella, con su titulo original Ah-ga-ssi. Es una película Coreana del director Chan-Wook. Se encarga de hipnotizarnos no solo con las imágenes, sino con la trama. Sus 145 minutos se hacen cortos. Ha sido premiada en varios festivales de cine. Podríamos categorizarla como triller erótico con un alto contenido de humor negro. Cuida al detalle las tradiciones japonesas, tanto en rituales, como en la forma de las gueishas, como en los usos y costumbres. Doblemente meritorio es el echo de que sucede una historia lésbica.
Transcurre en los años 30, cuando Corea es invadida por Japón. Sale a relucir Sookee, una sentimental ladrona, que es contratada por un falso conde para hacer de sirvienta de Hideko, una acuaudalada mujer japonesa. La historia parece clásica, se trata de que Sookee, convezca a Hideko para que se case con el “conde” y después meterla en un manicomio quedándose con la herencia…. De la trama no voy a contar mas, os aconsejo verla.
Hidekko vive con su tiránico tío, en una mansión mitad estilo japonés imperial mitad estilo ingles victoriano. El tío es amante de los libros y de las prácticas sadomasoquistas. Organiza tertulias literarias donde Hidekko ataviada como gueisha, les deleita con lecturas magistrales de obras sadomasoquistas. Donde sus húmedos oyentes tienen que esconder sus erecciones, mientras se imaginan como un hombre azota a una mujer, y después como se intercambian los roles. Citan obras de Sade, y no en vano, esta película recuerda muchísimo al ambiente del Divino Marques. Incluso se le cita varias veces a lo largo de la película.
Pueden verse varias prácticas en la película shibari, azotes, axfisia, el morbo de los guantes, voyeurismo, bofetadas, humo y cigarros, humillaciones, dogtrainig, transformismo, el fetichismo de los pies, diversas prácticas van pasando con la suavidad con la que acaricia una brisa una cortina de seda. Incluso aparece el eterno morbo de los japoneses de jugar con los pulpos.
Al finalizar, el tio delirando, termina atando al estafador, torturándole, intentando averiguar y conectar sus gritos de dolor con los gritos de placer de su sobrina. Un delicioso interrogatorio digno de Saló mezclado con toques de alpachino, y aderezado con esencia japonesa. Una escena preciosa, sin duda, y con un final igualmente espectacular.
Un placer para todos los sentidos, como habéis podido deducir por alguna de las imágenes que os acompaño en este artículo.
Sin duda os recomiendo verla. Conteniendo o mejor no... vuestra imaginación y erecciones.
¡Tiene una pinta estupenda! Me la apunto para verla bien pronto, con un poco de suerte acompañada :)
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