El tiempo y el espacio son caprichosos… azares de la vida, me llegó la oportunidad de ir a una zarzuela, “La del manojo de rosas”. Cierro mis ojos y me lleva a otra época, yo de pequeño, mis padres con sus manos entrelazadas, dando vítores al amor, y agradeciendo al guionista de sus vidas que año tras año se renueve ese voto de amor. Y así fue hasta que se bajó el telón de sus vidas. Quizás por eso, quizás por iniciar una revolución contra mis pasiones contenidas, quise ir con un sumiso, amante y loco de la lírica. Pisarle con mis botas, mientras el grandilocuente bufón de Espasa lanzaba su verborrea hirsuta de despampanantes brios hiperbólicos, con la funesta idea de romper los trópicos. Pero no, esta vez era mejor ir yo solo, con esa soledad que te funde con los personajes, sintiéndote uno más de la obra.
Pero demos un vistazo a los padres de la criatura. Francisco Ramos de Castro escribió más de cien obras de teatro y zarzuelas. En su vida además fue periodista y participó en la milicia en la campaña de Marruecos de 1909. A Francisco Alonso, lo llamaban con cariño “ramitos”. Si fuésemos un poco picarescos, entenderíamos el porqué de la del “ramito” de rosas, que se mece entre dos hombres; pero quizás solo quizás creo que no van por ahí los tiros, o quizás sí. Entre muchas de sus obras escribió obras para Charles Chaplin, ese “pervertido”. ¿Pervertido Chaplin? Sí, no en vano su mujer, Mc Murray, en el acta de divorcio en 1927, exponía como éste tenía “deseos sexuales pervertidos”, y describía actos sexuales que eran ilegales en California durante la década de 1920. Y seguramente algo se le pegaría de Chaplin a Francisco Alonso. Una de sus obras es "¡24 Horas mintiendo!", una “opereta arrevistada”. Enarbola un auténtico juego de roles, en el que un burgués y su mujer se hacen pasar por los siervos de la casa. En medio se encuentran unos “inquilinos” temporales, que hacen que coqueteen con su esposa, y el marido debe hacer nada menos que de celestino de su esposa con el inquilino. ¿Os suena el cuckold? Pues eso. Ellos se llaman nada menos que Casto y Casta. Es una obra de 1947, hay que tener en cuenta la censura. En aquella época las vedettes tenían que jugar a “contonearse con picardía pero con decoro”, lo mismo debía hacer la obra. Otra de sus obras es "La boda del señor Bridas", donde Graciliana y Filo, dueños de un hotelito, no hacen más que pegarse mutuamente. No es una agresión doméstica, sino que nace fruto de la pasión. En esa misma obra Gabriel y Marina discuten acaloradamente y pegándose, los vecinos acuden a separarlos, y cuando lo logran Don Agudo comenta con gracia que es el comienzo de la felicidad. Se entrelaza la violencia mutua y relativamente consentida, con la felicidad matrimonial. Esta obra la hizo con el mismo con que haría el ramo de rosas, Anselmo Carreño.
Anselmo Carreño, otro de los padres de la criatura, fue condiscípulo de Ramón Gómez de la Serna. Solo con decir ese nombre ya bastaría para relacionarlo con el BDSM. Y curiosamente pertenecía también a la “Academia Francesa del Humor”, a la cual pertenecía Charles Chaplin. Greguerías del tipo de de la Serna podemos encontrar en "La del manojo de rosas", al igual que en sus greguerías y obras surrealistas podemos encontrar rastros del BDSM y de prácticas sexuales alternativas. En varias de sus novelas como "La viuda blanca y negra", "El Incongruente", "El Chalet de las Rosas", "Policéfalo y señora" y "La Mujer vestida de hombre", podemos encontrar también rastros. ¿Por qué no íbamos a encontrar lo mismo en su condiscípulo Carreño?. Ciertamente encontramos varios retazos en la zarzuelas “La prisionera” y “La cautiva”, cuyos nombres ya nos evocan la temática. También aparecen en la anteriormente citada “Vida del señor Bridas”, “Paca la telefonista, o "El poder está en la vista” y “Me llaman la presumida”.
Vemos que los libretistas no se libran, ¿pero y el maestro y compositor de la música Pablo Sorozábal? Recordemos que en la época de estudiante, cuando las hormonas están en efervescencia, se fue a estudiar a la capital del vicio, Berlín. Justo en los años 20, justo cuando brota como un volcán el cabaret y las fiestas frívolas. Berlín era llamada la ciudad del “vicio corrupto y depravado”. Doy fe que lo sigue siendo. Y el cabaret era la música que impregnaba su ambiente. Se crearon hasta dos términos diferentes para estos espectáculos, el que era de interés libidinoso (cabaret) y los espectáculos con mas discurso político (Kabarett). Aquellos felices años 20, que escandalizaban a los pacatos, que se masturbaban a escondidas pensando en esos “escándalos”, mientras lanzaban sus escrecencias y jaulas varias a sus objetos de deseo. A este arte lo llamaban “arte degenerado” y en Berlín duró hasta el auge nazi, que eliminó todas estas actividades de cara al público para llevarlas a sus fiestas privadas. Pero también llevando a los campos de concentración y cunetas a muchos de los compositores, directores, actores, seguramente de cara al público, ese pueblo ávido de sangre y espectáculo. Los que mayor suerte tuvieron fueron al exilio. Y es que muchos de ellos además de ser degenerados (como lo somos tú y yo) tenían el delito de ser judíos, homosexuales, o ser declarados izquierdistas.
En 1920, Berlín había conseguido superar a París en número de teatros (59 frente a 47). Y en estos sitios manaba la crítica política y la tolerancia de las costumbres (especialmente las del ámbito de la sexualidad). Muy similar a lo que en España fue el cuplé. En aquel tiempo el ministro de comunicación Joseph Goebbels, se encargó de reducir el número de los teatros y de las mentes, de los habitantes de la República de Weimar y futuro Reich.
Un Pablo Sorozabal nacido en el burgués San Sebastián, residencia de marquesas, reyes y carlistas, va a estudiar al libidinoso berlin, y seguramente se contagia de aquel ambiente. “Katiuska”, de hecho, quizás fuese un reflejo de aquello, ya que la escribe justo al volver de Berlín. El comisario del pueblo Pedro Stakof, se siente dividido entre su amor por Katiuska, de la familia imperial rusa, y sus deberes como bolchevique. Una lucha parecida la volveremos a encontrar en “La del manojo de rosas”. Aires de diversidad sexual y de BDSM aparecen también en sus obras “La tabernera del puerto”, “La isla de las perlas”, “La casa de las tres muchachas”, “La rosario o la Rambla del fin de siglo”, “Black el payaso”, o “Las de Cain”, entre otras.
Por supuesto, eso no quita que estos grandes Maestros sean eso, unos grandes maestros, compositores y libretistas. Porque el sexo, la orientación, o la vida pública o privada que uno tiene, nada tiene que ver con lo buen o mal profesional que pueda ser.
"La del manojo de rosas", tiene estos tres padres, pero también es hija de su época. Fue estrenada por primera vez en el teatro Fuencarral, el 13 de noviembre de 1934. Estamos en la República Española, una época convulsa para España. Tras siglos siendo una monarquía, pasa a ser una república. Esto como es natural provoca conflictos y disturbios, como en todo cambio social. En agosto del 32 se produjo la "Sanjurjada", un intento de golpe de estado por el general Sanjurjo y muchas fuerzas de la derecha. En enero de 1933 tiene lugar la insurrección anarquista en más de 30 poblaciones y ciudades de España, que es vencida por el gobierno. Pero el diario de la CNT proclamaba “vencida una insurrección surge otra, resuelta una huelga, otra se produce; apaciguado un motín, estalla otro mayor”. Y así sería con la revolución de Asturias en octubre del 34, justo un mes antes de iniciarse el estreno de “La del manojo de rosas”. Entre las dos revoluciones fueron encarceladas más de 50.000 personas, más de 1500 mineros en el campo de batalla, 34 sacerdotes asesinados, más de 3.000 muertos, y de 8.000 heridos. España estaba en guerra contra si misma, las dos Españas estaban enfrentadas, y esta vez a golpe de fusil. Terminaría desencadenando la guerra civil Española.
"La del manojo de rosas" será una mezcla de todo aquello, como lo es de una mezcla de músicas, mezclando ritmos tan variados como el chotis, la farruca, el foxtrot, pasodoble, el sainete, la mazurca… Se levanta el telón y vemos una plaza, la plaza “delquevenga”. Una plaza abierta a todos, que no es de nadie. En ella hay un bar, un taller y una floristería “La del manojo de rosas”. Entre todas las rosas sobresale Ascensión, una señorita venida a menos y orgullosa de su trabajo. De hecho, quiere encontrar a alguien de “su clase” para casarse. Ella es cortejada por dos tipos, Don Joaquín - perdón, Joaquin - y Don Ricardo, un apuesto señorito metido a piloto “de altos vuelos”. Ella, como es obrera, se decanta por Joaquín, que tiene las manos manchadas de grasa, el motivo para “que no le tenga que reprochar ni su dinero ni su educación”. La figura paterna quiere que ascienda, a los altos vuelos que le llevaría Ricardo. La lucha entre el deber y el amor está servida. En ese mismo taller está Capó, cuya única ambición cultural y estética es conquistar a Clarita. Pero ésta tiene otro pretendiente que es Espasa, un camarero que de todo sabe y habla, mitad bufón mitad bribón y Don Juan. Aparece un personaje, Pedro “Botero”, que a modo de Sanjurjo desea que haya una guerra. Poco después dos bandos, el de los señoritos y el de los obreros, tendrán un enfrentamiento en el escenario. La excusa, Ascensión, una “Helena de Troya”, el amor. No en vano Espasa la llama “Helénica Ascensión”. Pero no quiero exponeros todos los actos, sino lo que tiene que ver con el BDSM y sexualidades alternativas.
Ascensión es toda una chulesca, que deja a los hombres “plantaos” en más de un requiebro. Su padre, de hecho, responde a Espasa en alguna ocasión diciendo “ya conoce usted su genio”. Es una mujer de genio. De hecho, estos son los dos personajes más chulescos de toda la obra. Ascensión con cualquier hombre y Espasa con Capó, al que intenta humillar una y otra vez delante de su novia. Y es que el lenguaje chulesco de Madrid podría ser una de las características de un buen tipo dominante. Lástima que en Madrid este lenguaje ya solo se pueda encontrar en las zarzuelas. Porque en el baile y en la música sí lo podemos encontrar en el tango, incluso en un vals o un rock o un heavy metal. Una actitud chulesca, donde a la vez quieres dominar, pero entras en una lucha verbal, enroscado en una espiral amorosa. No en vano, levanta los instintos atávicos de los espectadores de la zarzuela. El día que yo fui alguien gritó “no es para tantoooo”, como respuesta a unos aplausos a una espectacular interpretación de Don Joaquín por Carlos Álvarez. La respuesta del público fue unánime, a base de redoblar sus aplausos.
Estaba yo disfrutando de la obra cuando me fijé en la trieja de delante. Una chica y dos chicos, uno de ellos parecía dominar la lengua de la pérfida Albión. Muy monos los tres. Él no hacía más que menear la cabeza ante el “romper el trópico” de Espasa. De hecho espetó a sus dos ¿amigos? “menos mal que tiene subtitulos”. Y los subtítulos eran de los más graciosos, incluídos los de esa trieja. No paraban de acariciarse sutilmente entre los tres, disfrutando tanto de la obra como de los compañeros, y provocando la ira y desaires de mi octogenario compañero de butaca, que cual Goebbels, no hacía más que relinchar ante la pasión, incluso la educada pasión, de aquellas manos. En el descanso, me puse a intercambiar palabras con aquel señor, que ya no podía peinar canas. “Que bonito es ser joven, ¿verdad?”, señalándo a mi trieja. “Sí, pero es que no es el momento ni el lugar”. “Depende de hacia donde quiera usted mirar”, señalándo yo el escenario y a la trieja. “Pero no se preocupe, la pasión no entiende de conceptos ni de edades. Seguro que puede engatusar a alguna”. Y fue entonces cuando me contó la triste historia de su esposa, su “acompañante de vida”.
Volviendo a las rosas, hay un dueto que personalmente a mi me pone cachondo. Bueno, hay muchos. Y es el dueto del primer acto entre Joaquín y Ricardo. Y creo que al autor también le ponía. Es un duelo de palabras, de improperios y de empujones. En un momento a coro: “Usté es un cobarde, pelanas, idiota, cretino, granuja, tarugo, bandido, berzotas, Y váyase usté ya, porque le atizo cuatro lapos en la...” Yo ya les estaba viendo en la cama, con esos juegos de azotes, lapos y forecejeos. Eso amenizado por unos tiazos de fondo vestidos de mecánicos, camiseta blanca, y a mi me llegaba hasta ese olor a hombre… sí, ése olor que te ha llegado ahora.
En ese mismo primer acto Capo le pregunta a Clarita si es nudista. Esto en aquellos años seria una provocación, tanto como que ella fuera al Ateneo a estudiar. Anteriormente vemos en el dialogo de Espasa y Don Pedro como éste pregunta si un hombre se alquila (¡proxenetismo masculino!) y a quien. ¿Para mujeres o para hombres?.
No menos interesante es la conversación de Clarita y Espasa sobre las "teorías oníricas y su influencia en el subconsciente”:
"CLARITA: Cómo que a mí me ha vuelto loca eso de la terapéutica que consiste en atraer al campo psíquico los complejos subconscientes. ESPASA; Pues a mí, verás; a mí, el alcaloide que me descuajaringa es la vertebración ancestral de las neuronas en complicidad fragante con el servetinal. Porque, como sin leucocitos no hay ecuaciones, en cuanto pongas dos binomios a hervir, ya tiés caldo magi”. Y todo esto mientras Clara se toca las partes pudendas, disimuladamente. No en vano irán a sesiones de espiritismo, donde hay “un gato travieso” que le toca las piernas, que era de la misma familia de “la pulga” de la cupletista Olga Ramos.
Me encanta como manejan en la obra el juego del Don; el "don" y el "usté" se usan con los señoritos, mientras que el lenguaje vulgar, el del vulgo, se usa para los obreros. Joaquín se quita y se pone el Don, pero es fascinante el juego que hace Ascensión con el Don. No deja de ser un símbolo de poder, de “clase”. Llevado al BDSM, es como un amo y un Amo. La diferencia de la mayúscula, lo único que aquí influye la mente y el deseo más que el bolsillo. En la obra ese "Don" también era de pasión, pero a la inversa. Un fascinante juego de hilos invisibles.
Otra dinámica interesante es la de Espasa y Capó, no solo por lo que se dicen, sino por lo que hacen. Espasa llega a llamarle "pequinés", y durante toda la obra Capó le ladra “woof woof”. Y para mi, con cara de vicio. También más adelante su prometida le dice: "CLARITA: Tienes que ser dócil como un can, no rechazar mi modernismo, y así te querré. CAPO: Soy más caballero que cañero, y en punto a lo extranjero ninguno como yo”. Pues sí, como podéis imaginar, el que él le ladre hace que yo me imagine cosas… cosas de las que prohibieron en Berlín.
Capo tiene su punto swich, jeje, cuando en el dueto con Espasa, por fin le vence, pero en caló. De orejas gachas pasa a ser el príncipe gitano. Quizás esta influencia del gitano pudieron tomársela a Lorca, con quien frecuentaban los autores en algunas tertulias. "CAPO: Ni ruso, ni ná, Que le he pedío a Cagancho un diccionario gitano... y ya has visto: el Amo. CLARITA Sí que lo eres. CAPO De esos ojos y de ese cuerpecito serrano quiero serlo... ¡balbalí de mis agujas!".
Asi podríamos ir viendo diferentes diálogos. Por supuesto hay que tener en cuenta la censura, que hay que decir, pero sin que se note, como las vedettes. A mi desde luego me pasaba como a Miguel Angel “dime, oh Dios, si mis ojos, realmente, la fiel verdad de la belleza miran; o si es que la belleza está en mi mente, y mis ojos la ven doquier que giran”. Y es que veo BDSM en muchos lugares y tiempos.
Y de postre, entre los callejones oscuros de Madrid, unas cervezas y unas manos. ¿Cómo puede ser si fui a ver la zarzuela solo? Porque quizás no fui solo, aunque solo estuviese sentado, pero muy bien acompañado. Y aquellas manos susurradoras fueron acariciándome las manos mientras su mirada me decía aquellas cosas prohibidas de Berlín.
Hacía mucho que no escribía artículos. Y no es para menos, escribir artículos excita mi imaginación y mi imaginación excita a mi ser. Y creo que lo que necesitamos ahora es relax. Los contactos físicos deben pasar a un segundo plano, esperando una mejor época. Eso puede ayudarnos a enfocarnos en otras mil cosas. A mi personalmente me esta costando mucho. No en vano llevo asi desde marzo, y estamos en el ecuador, pues hasta que no haya una cura, no reanudaré las sesiones. Esta etapa también me trae cosas buenas. El tiempo que le quito al BDSM, es tiempo que ahorro de las redes sociales, de escribir artículos, de las sesiones, y eso me regala tiempo para otros aspectos de mi, también para trabajar más y ganar más dinero, para disfrutar más de mi tiempo libre. Pero sí, me lo quita de enseñar a los demás, de seguir aprendiendo de estas “artes oscuras” llenas de luz, de jugar y de sentir, y eso es una cosa que echo mucho de menos. Tanto como muchos de los que me habéis escrito, cosa que os agradezco sin duda. Esperemos pues a que vengan mejores tiempos, donde las lenguas recorran los cuerpos atados, las fustas hagan brotar gemidos de clímax, y el orgasmo de llegar a los limites nos haga explotar de placer. Gracias a todos!
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Eres único Señor, solo a ti, se te podría haber ocurrido una entrada como esta. Mis felicitaciones. Yo vi esta obra hace muchos años, y es sensacional.
ResponderEliminarEspero que pronto vuelva a reanudar las sesiones. A sus pies.
Muchas gracias Luis. Yo estoy deseando reanudarlas.
EliminarMe ha encantado y cautivado de principio a fin este post cultural coloreado de Bdsm.
ResponderEliminarY ya queda menos para que pase toda esta locura!!! ;-)
Me alegro que te haya gustado.
EliminarSi claro que si, ya queda menos
Me ha encantado. Me asombra como siempre encuentras Bdsm en muchos sitios. A mi particularmente no me gusta la zarzuela, pero intentaré buscarla.
ResponderEliminarMe alegro, seguro que la encuentras
EliminarTe leo siempre desde México, me alegro que hayas vuelto a publicar.
ResponderEliminarSaludos desde España, y agradezco tus comentaros
EliminarEsperemos que el cese de sesiones no conlleve al cierre del blog.
ResponderEliminarSeguirá publicando articulos interesantes, no?
Si claro que si
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