jueves, 17 de marzo de 2016

Taller de dogtraining en attack, mentiras, poliamoria y bizcochos

Hoy había un taller sobre dogtraining, organizado por la web Tuamo y en el Attack. Era la primera vez que iba al attack, mi opinión sobre el sitio es que no está mal del todo. Creo que es un sitio muy modesto y muy casero, pero hablando con los dueños (sin saber que iba a publicar un artículo) pude ver cómo era un sueño que pusieron en marcha. Comentaría algunas cosas de las que estuvimos hablando, pero no me parece ético pues ellos no sabían que yo iba a escribir después un artículo, aunque todo lo que puedo decir que se habló es positivo, y que tienen mucha ilusión puesto no solo en el local, sino en rescatar el uso del cuero y el BDSM. Los camareros todos muy agradables. De hecho volveré a ir un día de estos para un evento al que me ha invitado un amigo.

Una cosa que me llamaron la atención era que fueron preguntando uno a uno si venía como un perro o como Amo. Y cuando llegó a mí me dijo “a ti no hay que preguntarte tú eres Amo”. He aprendido tam-bién hacer una máscara de perro con unas gomas y unas cartulinas. El problema de esto es que la cartu-lina se destroza, de echo el perro con el que estaba jugando, se le rompió por dos sitios. Subo esta imagen por si algunos queréis haceros alguna similar. Esta unido todo con grapas, y consta de tres piezas, morro, que se hace desde una base de cruz recortada con la forma que podéis intuir aquí, y después se colocan dos gomas, una que va por el cuello desde un lado al otro, y la otra va desde la zona de la nariz hasta la mitad de esta goma que he comentado antes. Hay que ver que este bien ajustada porque sino se despla-za por todos los sitios, que es lo que le paso a uno y hay que volverla a grapar de nuevo. 

Me lo pase muy bien con el cachorro “que me tocó”. Si bien es cierto había una gran mayoría de perros frente a Amos. El cachorro era la primera vez que jugaba, asique fui domándole al principio con mimo y cariño. Me encontraba un poco despistado, porque no sabía sus límites. Lo que me reafirma en que hay que tener una conversación previa como mínimo antes de jugar, mejor aún rellenando un cuestionario como el que pongo en mi blog. Le estuve acariciando, entrenándole a cómo debía ladrar y gruñir, ense-ñándole a estar en diversas posturas, le tiré un pollo de plástico para que lo recogiese por el local. Me encantó ver cómo era uno de los Amos que jugaba con el perro, frente a usarlo solamente para una cosa sexual, limitándose a enseñarles a “comer rabos y zapas”. Por entonces paso al lado un chaval que ha-bía llegado nuevo al local, estuvo paseando por el local y como vi que no lograba integrarse porque las parejas estaban ya echas, le cogí del pezón y le puse el rabo duro. Entonces ya le di a mi cachorro a comer su rabo. Mientras él y yo nos estábamos humillando, retándonos, empujándonos. Me encantó, recordándome a cuando los machos luchan por una hembra. Asique le propuse hacer una lucha, por el cachorro, quien ganase se quedaba con él. Pero claramente la rechazó, asique cambie mi pensamiento y fui tratándolo como a un sumiso rebelde. En un momento de descanso hablamos de intercambiarnos los teléfonos, porque los tres lo estábamos pasando muy bien. 

Para mí era un problema doble, no sabía los límites de los dos y tenía como Amo que satisfacerles y
satisfacerme a mí mismo a la vez. Estuvimos jugando los tres durante una hora. El perro se corrió, y fue entonces cuando decidió que ya no jugaba más y que iba a tomarse una cerveza. Asique nos quedamos los dos forcejeando. Me mintió en varias ocasiones, así que le dije que si seguía mintiéndome dejaba de jugar con él. Sus mentiras eran fingiendo palabras de seguridad para que parase y e intentar echarse sobre mí, o fingir que le dolía el brazo. Después de un rato le dije, mira si me sigues mintiendo dejo de jugar contigo. Este juego se basa en un consenso y en unos protocolos, si no sigues las reglas, no juego. Hubo un momento donde le llevé al baño, y allí le comí el rabo, y en ese momento me dice ves te he vencido porque me has comido el rabo (cuando él me lo había comido varias veces cuando estábamos los dos y los tres), asique yo forcejee con él en el baño para tumbarle en el suelo, y darle rabo. Pues bien hubo un momento después de estar forcejeando y llevarle varias veces al suelo, en una de ellas dijo “stop, me estoy agobiando”. Asique lo abracé y le dije “venga va que no pasa nada, solo es un juego”, en ese momento él se ríe y me dice “ves he vencido”. En ese momento me llené de rabia, estaba con un niño, y había que darle su merecido, asique le azote y le llevé la cabeza hasta el retrete tirando de la cadena. Mientras le decía que él tenía que aprender las reglas del juego. Posteriormente lo sometí en el suelo, y cuando él creía que le iba a dar el rabo, le di una bofetada y le dejé en el suelo diciéndole que no jugaba más con él. Me pidió por favor que siguiésemos jugando, y yo le repuse que bueno, ya le había dicho que no me gusta jugar con gente que hace trampas y miente. Y por supuesto que ya no quería su número de teléfono.

Como taconazo de salida, me suelta “bueno da igual, no podría haber llegado nada serio contigo”.
“No te preocupes yo igual, por el tema de las mentiras, pero ¿y tu?”… “Porque me terminaría pillando de ti, y yo soy de las parejas tradicionales de que mi chico este solo conmigo”, “¿y tú volverías a salir si tuvieses chico?”, “si puede que sí”, “entonces para eso yo prefiero una relación como la que tengo, mi pareja sabe que hago sesiones BDSM, y tengo varios perros/sumisos desde mi óptica de la poliamoria, al igual que tendría varias parejas. En lugar de tener a mi pareja envuelto en mentiras”. Y digo yo ¿tanto cuesta cultivar la sinceridad dentro de una pareja? Al llegar a casa tendría la respuesta, mi pareja me esperaba con el bizcocho buenísimo que habíamos preparado juntos. Si a un bizcocho no le echas levadura, que-da como una piedra, no dura y hay que tirarlo. Mientras que, si le echas los ingredientes correctos, lo cultivas y lo das calor en un horno, sale un bizcocho esponjoso que da ganas de comértelo durante toda la vida. Realmente tengo mucha suerte con mi pareja y le agradezco todo lo que construimos juntos. Por cierto, adjunto la foto, es una receta nueva, una mezcla de bizcocho, crema y manzanas en dados, para chuparse los dedos.

Después de ese juego “frustrado”, estuve hablando de nuevo con el otro cachorro y con un grupo que se había formado en la barra. Para en cuanto se me terminó la cerveza marcharme del local. En todo mo-mento me había acordado de dos de mis esclavos, uno de ellos estaba fuera, pero otro estaba en Madrid, asique decidí ir a buscarle a su trabajo (tengo su permiso para ello). De echo esta tarde le dije que, si quería haber venido al taller, pero no pudo, porque no lo sabía con anterioridad (a mí me lo habían di-cho por correo y lo vi a la hora de comer). Le abracé, y le dije que le había echado mucho de menos. Y lo que es cierto, con el me lo habría pasado mucho mejor, primero porque hay química, y segundo porque es un crack a la hora del dogtraining, sabe interpretar muy bien a un perro. Le seguí tocando delante de sus compañeros de trabajo, y estuvimos hablando de temas personales suyos, está pasando por una mala racha. Me encanta la relación con él porque no solamente se limita al dogtraining. Sinceramente creo que eso es una relación Amo perro, un cuidado mutuo, un conocimiento mutuo, y una satisfacción y procuración de placer mutuo, es un equipo, donde cada uno tiene un determinado lugar. 

2 comentarios:

  1. Como bien dices al final las mentiras no llegan a nada. Yo dividiría a la gente que miente sistemáticamente en tres grupos: los que son nulos socialmente, los que no son buenas personas y los que reunen las dos características. Una pena porque pareces buen tío y estoy seguro de que contigo se puede hablar de todo pero él se lo pierde.

    Abrazotes.

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    1. Si yo haría mas divisiones, en ningún caso la mentira honra a quien la dice, mas bien lo contrario. Un abrazo

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