sábado, 23 de enero de 2016

Sesión con Panataleon, pinzas, cera, spank pero sobre todo “magia”


Sesión con Pantaleón, 65 años. Estuvimos intercambiando varios emails, donde me comentaba un poco su experiencia, de la cual pensaba que exageraba. Al igual que cuando me comentó que era hetero y nunca había estado con un hombre. Era la primera sesión que tenía conmigo, quería conocerle, y que todo saliese bien. De hecho estaba muy ilusionado con la sesión, compré un dildo especial, porque su deseo era sentirse sodomizado por un hombre. Me mosqueó porque en lugar de enviarme el cuestionario relleno lo copió y me lo envió por el email. Solo después de la sesión entendería que es un hombre que se queda con lo esencial. Una maravilla de sumiso, muy bien educado por su Ama, y en sus correos con sus experiencias no solo no exageraba, sino que derramaba modestia quedándose muy corto. 

Es la hora, todavía no ha llegado. Si ya mis pensamientos sobre el era que era un exagerado, ahora con su retraso, me confirmaba que simplemente podía haber estado escribiéndose conmigo y morboseando, sin la menor intención de venir. Me pongo a preparar la cena, cuando de repente llama al timbre “Soy Pantaleón”. Le abro y veo entrar una persona mucho más mayor de lo que me había pensado. “Hola, soy Pantaleon, perdona por el retraso, pero es que me había perdido”. Fue verle y ya me daba igual que hubiese llegado tarde, se le veía un tipo especial. Mis ojos se enfocaron en su cuello, venía con un collar y no con un collar cualquiera. Ahí fue el primer momento donde pensé que realmente si tenía tanta experiencia como me dijo. En sus gestos, forma de hablar, en su forma de desvestirse, se intuía que no era un hombre normal, sino que era un hombre con clase.

Estuvimos hablando un rato para conocernos mutuamente. Una vez desnudo le empecé acariciar, le mostré todos los instrumentos que había sobre la mesa y colgados por si alguno de ellos lo eliminábamos. Me encontré descuadrado porque una de las primeras cosas que hago para indicar que inicia una sesión, es poner un collar. Y el ya traía el suyo, y es que claro en ese momento, no era mi esclavo, simplemente le había pedido a su Ama una experiencia con un Amo hombre. Y eso me lo dejó bien claro desde un principio, había estado con dóminas, le habían entrenado y compartido, pero nunca había tenido la experiencia con otro hombre. ¡Todo un reto!

Como uno de los temas que intuía por sus correos que más le gustaban era el spank. Hablamos del sistema del semáforo (rojo, amarillo y naranja). Le puse unas muñequeras, y le suspendí los brazos. Para poderle irle azotando con los diversos flogers. Recuerdo que le dije “¿Sabes contar no?... pues cuenta del 1 al 20”. Fui dándole 20 azotes con cada uno de los flogers. Con el suave ya hacía gestos, y yo me asusté… si con este que es suave ha hecho esto, que hará con los otros, tengo que tener más cuidado. El me lo intuyó y me dijo “estoy bien, solo que me gusta expresar lo que siento, pero estoy bien, yo tengo un límite de aguante alto”. Poco a poco, me iba conectando más con él, y sintiendo con él, más allá de los sonidos que emitía. Me encantó agacharme y ver las caras de dolor que ponía. Entre azotes y azotes le iba trabajando los pezones. Así como acariciándole, sentía como el se estaba fundiendo conmigo. 

Pantaleón es un hombre muy tierno, que se hace querer enseguida. Eso me hacía difícil humillarle, pero no me hacía nada difícil disfrutar con las sensaciones que yo le provocaba, ya fuese de descontrol, “deshumanización” o de dolor. Le puse unas pinzas en los pezones con una cadena en la que enganché el rabo, disfrutaba realmente con las caras que estaba poniendo al “torturarlo”. Después fui pasándole el pinwheel por el cuerpo, de echo era lo que menos aguantaba, quizás por eso se lo pase en varias ocasiones durante la sesión, para irle entrenando. Es aquí donde empecé a notar una conexión más fuerte, en el mundo BDSM se habla del “subespace”, yo siempre he dicho que el Amo cuando está a gusto con un sumiso o un esclavo, también se le produce una sensación similar. Pues bien, con Pantaleón lo tuve, no sé si lo volveré a tener o no, ojalá que lo trabajemos y vuelva a salir, solo sé que si lo tuve. De hecho, la manera en la que recuerdo esta sesión es diferente, me producen unas sensaciones que la mejor manera de decirlo sería de conexión. 

Al rato le pregunté si tenía sed. Cogí un vaso grande y fui dándole agua de mi boca. Suena raro, pero
quería transmitirle como parte de mi esencia a él. Creo que él lo disfrutó. Después ya le dije, que su lugar normal para beber era el bebedero de perros, asique le dije que lamiese de allí el agua. Me encantó ver como lo hacía. Me sentía como su tuviese un perrito de verdad, de echo en futuras sesiones es una cosa que quiero ir practicando con él. Después le eché la bronca por tirar el agua. Asiqué como “castigo” le di unos 50 azotes en el culo. Me senté y le hice ponerse a mis pies, y puse su cabeza en mi pelvis. ¡Que ternura!, empezó a lamerme el pantalón de cuero, ¡y casi me lo como vivo! Después me cambié de posturas y poniéndole las botas encima hice que me las desabrochase. Para posteriormente atarle las manos a la espalda con las muñequeras y que me quitase los calcetines con la boca. Como ví que le costaba, le propuse un reto, que me quitase el otro calcetín en menos de un minuto, los segundos que pasasen de ese minuto, equivaldrían a un fustazo. Pantaleón puso mucho empeño, quería ganar el reto, servirme fiel mente, ahí fue la segunda vez que vi en los ojos su deseo de satisfacerme, de estar a la altura. Pero lamentablemente el calcetín se resistía, y tardó 87 segundos más en quitarlos. Le puse en la camilla, en ángulo de 90º y que fuese nuevamente contando los fustazos. Como había visto que en los latigazos aguantaba bien, aquí ya no me corté y le daba con todas mis fuerzas, él iba diciendo los números, y ya al final, se veía que los decía con alivio y dolor, ¡me encantaba! Pero aun así decidí que era demasiado para él. Le perdoné esos siete finales. Le acaricié el culo, incluso no me acuerdo si llegué a besárselo y lamerlo o solamente besarlo, tenía el culo ardiendo, enrojecido y por supuesto mucho más bonito que al principio. 

Después decidí que se sentase en la camilla, respaldándose en la pared. La camilla suele estar fresca y así se relajaba la zona del culo. Y fui jugando con su torso y ceras. Tengo tres clases de velas, y cada una da una intensidad de calor y de picor diferentes. Asique estuve jugando con él y su torso, mientras hablábamos, y me comentaba que una vez regaló a xxx velas con picor. Sobre todo, me encantaba echarle la cera en los pezones, que era la zona más sensible y se veía que el hacía más esfuerzo por aguantar. Des-pués de un rato, le limpie la cera.

Me había hablado de lo que le gustaba a xxxx que ella lamiese el culo, y como había ido perfeccionan-do la técnica. Así que me propuse comprobar si era verdad. Me puse en la camilla y le dije que me de-mostrase sus conocimientos. Le miraba a la cara, y por humillarle le dije, que “¿te sientes más maricón lamiendo el culo de un tío que el de una tía no?”, a lo que el me dijo “no”. Y tiempo antes habíamos estado hablando, que ni la edad ni el sexo importan, sino el feeleng que haya entre dos personas, entre el Amo y el sumiso, da igual si es hombre mujer, mujer mujer, u hombre, aunque las tendencias de los mismos sean claramente de un tipo, las relaciones BDSM pueden ir en cualquier sentido saltándose esas barreras. Y cuan cierto es. Una vez comprobado sus habilidades “culi-narias”, quise ayudarle en una de sus fantasías, el ser sometido analmente por un dominante. Fui acariciándole el culo, trabajándolo con lubricante, con mi dedo, con un dildo pequeño, y después con un dildo más grande. Que sintiese como su culo se iba abriendo, que sintiese como mi dedo tocaba su próstata. Él me dijo que el consolador que yo había comprado para el arnés no iba a servir para esta sesión, pero yo me encargué de entrenarle el culo hasta que sí que sirviese. Me puse el dildo en el arnés, y poco a poco fui penetrándole. Era una gozada ver sus espasmos. A mí me daba tanto placer casi como follarle, ya que el roce de mi polla con el arnés me daba placer, y a la vez estaba teniendo el placer aun mayor de someterle a mis embestidas. Le ro-deaba con mis brazos y sin dejarle opción a moverse, iba metiendo desde la punta hasta el último de los 21 cm del dildo. 

Terminamos la sesión, nos abrazamos. Y continuamos hablando. Ahora ya no le veía como “alguien que venía a por una sesión”, sino como un sumiso con una larga experiencia, del cual podía aprender mucho. Nos abrazamos y nos despedimos hasta mañana, pues se le había olvidado traerme un regalo que me había comprado. Fue marcharse, y desear beber agua. Mi pareja me preguntó “¿estás bien mi vida?”, y realmente estaba como flotando. Es una sensación muy parecida a la que tengo en algunas sesiones, pero exponenciada. Hasta el punto que se lo comenté a Pantaleón y pensó que exageré. 

Al día siguiente estábamos teniendo un trio con mi pareja y un amigo. Cuando Pantaleón llamó al timbre, sabía que llegaría por la mañana, pero no sabía a qué hora por que tenía que atender unas cuestiones personales. Me vestí con alegría de verlo. El regalo no me importaba más que como una excusa de volverlo a ver. Quería volver a sentir mis manos sobre su cuerpo, su mirada sumisa, sus gemidos de dolor y de placer. Pero solo hubo un abrazo y un intercambio de palabras agradables. En ese momento hubiese abandonado el trío y le hubiese metido en mi habitación. Desde luego es todo un placer encontrarse a sumisos como Pantaleón, sumisos amantes de los ritos, del protocolo BDSM, sumisos a la antigua usanza.

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Puedes leer la visión de la sesión por parte de Pantaleón aquí: http://dominusjaime.blogspot.com.es/2016/01/sesion-con-pantaleon-su-vision.html

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Para las fotos como para este relato he pedido permiso a la persona que participa en él. Nunca publico nada sin el consentimiento de los que participan en las sesiones. Los datos están modificados para que la persona permanezca en el anonimato, por eso mismo tampoco muestro las caras.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta narración de esa sesión inolvidable,..¡Que repetiremos!, siempre que Dominus Jaime quiera. ¡Gracias ! Hubo, sin duda, una magia especial.

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  2. Gracias a ti Pantaleon, yo lo estoy deseando. Un azote!

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